¡Preparados, listos... Tweet!
Llevo unos días planteándome como empezar esta
primera entrada. Y es que hay cosas que por mucho que uno quiera comprender, escapan
a toda la razón. Los atentados de Barcelona acaecidos estos días atrás ha
dejado una sensación amarga, ya no sólo por el hecho de tales brutales
acciones, sino por los ríos de tinta virtuales que se han ido iniciando desde
el primer momento en que comenzaban a llegar las primeras noticias sobre el
terrible hecho.
En el caso de las redes
sociales ya no sé qué se puede hacer. Abrir el pajarito se convertía en un
caos, ya no digamos, si pretendías interactuar con cualquier usuario, que
teclado en mano, solucionaba el problema en un plis. Y por supuesto, no faltó
quien creyéndose adalid de las causas justas, aprovechaba el momento para
verter basura llevándolo a unos extremos que superaban cualquier barrera de lo
racional. Desde las Fuerzas de Seguridad del Estado se reiteró en varias
ocasiones que no se difundiera ninguna imagen de lo acontecido, cosa que en
cierto modo creó un cinturón de raciocinio en el usuario medio. Sin embargo,
algunas personas que en gran número provienen de la caverna mediática de la
derecha más ultra, no solo se saltaron a la torera tales indicaciones, sino que
además incitaban al odio contra el Islam y volcaban su podredumbre tratando de
desviar la atención a partidos políticos que nada tienen que ver.
Y es que la política
tradicional siempre fue un juego sucio, en un tablero lleno de piedras y donde
los movimientos de las fichas se realizan a conveniencia del dueño de los
dados. Tratar de cambiar eso, de cambiar las reglas, conlleva la certeza de que
van a tratar de sacarte del casillero en cuanto desvíes tu atención en
cualquier otro asunto que requiera importancia. Sobre todo cuando quieren
pactar las reglas del juego sin tener en cuenta lo que puedas aportar, tratando
de dejarte de cara a la opinión pública de poco menos que un criminal. Como si
tu osadía fuera finalmente la única culpable de todo lo que ha pasado. Eso de
alguna manera ha ocurrido con el pacto antiyihadista. Un pacto que no digo que
no sea necesario, pero que no tuvo en cuenta las recomendaciones realizadas por
Podemos, que prefirió alejarse por coherencia de aquella situación sin
renunciar a permanecer como observador, y siempre abierto a aportar su granito
de arena, que a nadie se le olvide.
No voy a decir que si
Podemos hubiera entrado en dicho acuerdo hubieran cambiado las cosas. Pero como
hemos podido comprobar no ha servido para cambiar nada, papel mojado que solo
sirvió para el postureo y la foto gratuita de quienes lo acordaron. Muestra de
todo esto es que dos días después de los atentados, los Mossos, la fuerza que
plantó cara a los terroristas y se jugó la vida desde el minuto cero, no dan por desmantelada la célula terrorista.
Mientras, el ministro Zoido no solo los contraría, sino que comparece con la
única idea de que si hay alguna persona que note algún foco de radicalización,
lo denuncie. Como si los terroristas llevaran escrito en la cara que lo son. No
olvidemos que unos días antes, una explosión mientras manipulaban unas bombonas
de butano, pasó desapercibido, no siendo relacionado con nada de esto. Viendo
su plan por esto, mermado, optaron por la opción que siempre es la mas
imprevisible, donde nadie puede darse cuenta de lo que pueden estar tramando.
Algo tan fácil como hacerse con una furgoneta, con un vehículo de motor que
utilizado con un vil propósito, se puede convertir en la peor de las armas.
De nuevo por las redes
empiezan a salir informaciones de todo tipo, repasos de los orígenes de todo
esto, causas, efectos, auténticos trabajos de laboratorio que por un lado
pueden informar, y por otro manipular y crear un movimiento de odio irracional
que prolongue en el tiempo el sufrimiento de un pueblo. Otro tema, será, cuánto
tiempo debe seguir aguantando Podemos estos ataques gratuitos.
Mientras, como si de una
carrera se tratase, hay alguien ya esperando el pistoletazo de salida al modo
de ¡Preparados, listos... Tweet!
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