El objetivo de una mediación es conseguir un consenso entre las partes implicadas.
Ahora bien, alejémonos de los manuales y veamos como se lleva a la práctica, ya que por muchos libros que se lean, hasta que no tenemos dos personas enfrentadas y esperando una solución por parte del mediador, no tendremos ni idea.Para empezar, una persona que quiera hacer de mediador, debe ser equilibrada, con mucho tacto a la hora de hablar, con los nervios bien templados, mucho sentido común, bastante paciencia y sobre todo saber escuchar.
Si os acercáis medianamente a este perfil, os animo a que lo llevéis a cabo, ya que, como suele ocurrir, es dentro del meollo cuando se aprende y no demasiado en los libros; estos últimos te sirven para tener una base, pero es la práctica la que te hace corregir posibles fallos.
Una vez que hablemos con ambas partes y tengamos claro que ellos mismos quieren solucionarlo, debemos empezar por dejar claro que como mediadores no vamos a presentar ninguna solución al conflicto. Esto es importante.
Debemos dejar también cristalino, que la mediación se basa en el respeto de todas las partes y que en caso de que este se pierda por alguna de las partes, la mediación cesará y no se llevará a cabo. Más que amenaza es una advertencia, pero lo tienen que tener muy claro, ya que si hay faltas de respeto será imposible emprender nada positivo.
En la mediación, el poder lo tienen las partes implicadas; el mediador se limitará a hacer las preguntas correctas, escuchar y demostrar su imparcialidad para llegar a una cercanía con ambas partes.
Siempre tenemos que atender a la gravedad del problema, ya que hay muchas circunstancias distintas y no se puede tratar todo de la misma forma, a mayor gravedad, mayor trabajo para el mediador, ya que éste debe recabar la información pertinente sobre el problema y lo que piensan cada una de las partes antes de tener la reunión con ellos.
Con el tacto que nos precede y adecuando las palabras al momento y a las propias personas con las que hablamos, nos reunimos con las partes implicadas al mismo tiempo y hemos de pedir a una de las partes que proponga una solución al conflicto, inmediatamente después, pediremos lo mismo a la otra parte.
Pediremos a ambas partes que nos den su valoración de la solución planteada por cada contrario y observaremos su gesticulación y su tono de voz, que nos darán una idea clara de si todo está encajando correctamente.
Una vez escuchadas con máxima atención las soluciones planteadas, hemos de mediar para consensuar una de las dos o una mezcla de ambas con las partes.
El secreto del por qué funciona una mediación, es precisamente ese, las soluciones han sido planteadas por las propias partes implicadas, de modo que el acuerdo debe ser inminente; la voz cálida y amable del mediador hará el resto.
Aunque esta es la base de todo, debemos entender que no todos los conflictos son iguales como, por supuesto, tampoco las personas somos iguales; pero hemos de transmitir que las personas que habitan un círculo, no son enemigas, que el enemigo está fuera.
La colaboración a nivel de trabajos en un círculo, suele causar rivalidades, pero cuando tenemos claro que remamos en el mismo sentido, esas rivalidades pueden convertirse en un auténtico orgullo de trabajar al lado de personas cualificadas y si lo están más que uno mismo, mejor que mejor.
Si logramos hacer transcender ese sentimiento, nos ahorraremos muchos problemas con el tiempo, pero es básico dejarlo caer en las reuniones de mediación.
Espero que os sirva de ayuda.
Juan Hernández
Círculo de Participación Ciudadana Plaza Podemos
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